sábado, febrero 23, 2008

Benroth

La noche de mi cumpleaños número 6, comimos pollo al horno con papas y para soplar las velitas, mis papás me sentaron arriba de la mesa.
Mi papá se acercó con un regalo. Yo sabía bien lo que quería.
Me dijeron cerrá lo ojos. Los cerré, papá puso el paquete entre mis manos. Al tacto era posible, una caja rectangular, larga. No quería abrir los ojos. Sería demasiado tarde cuando los abriera. Todo era posible si no los abría. Los abrí, en mis manos la caja rectangular forrada en papel verde. Muy despacio empecé a abrirlo con una sonrisa. Ya me daba cuenta de lo que estaba pasando, pero mantenía mi sonrisa para mamá y papá. Una sonrisa para cuidarlos. Para que nadie se sienta mal.

Una caja de chocolate. Una caja rectangular y larga de chocolate Benroth ¡Gracias!
La sonrisa ahí con ganas de llorar, la sonrisa ahí para mamá y papá, para cuidarlos. Yo entendía, todo entendía y tenía ganas de llorar y me reía y decía ¡Gracias ma! ¡Gracias pa! Y los comprendía y perdonaba y que tonta, por un momento pensé, pero no, eso a mi no me pasa, eso le pasa a Naty, a la Anu, a la Gabi…

Abrí la caja…dijeron ellos. Bueno la abro, me gusta el chocolate. La abrí.
Entre las paredes plateadas metalizadas como en un sarcófago la Barbie Gym. La Barbie Gym con sus polainas rosas, blancas y celestes, con sus calzas fucsias, la Barbie Gym en zapatillas rubia y sonriente. No Shara Key con sus débiles muslos que se hundían o sus frágiles articulaciones que la dejaban de pronto sin una pierna. No, Barbie Gym, suave y turgente dentro de una caja de chocolates Benroth.